lunes, 4 de febrero de 2013

EL ÁNGEL DE LA MUERTE.




Erase una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo, tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.

Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo.

El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz.

Pero no por mucho tiempo, porque como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema.


Regresó de nuevo y dijo:

.-Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto.

El científico pegó un salto y gritó:

.-¡¡¡Imposible!!! ¿Dónde está el defecto?

.-Justamente aquí - respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo-.
Todo lo que hace falta para descubrir al "ego" es una palabra de adulación o de crítica.
 

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